Bregar por derechos para los animales se aborda hoy en ámbitos más populares que lo que sería el trabajo para una tesis filosófica. Personas muy diversas de la comunidad se plantean y plantean a otros, la necesidad de otorgar derechos a los animales.
Si bien hay personas que se resisten a hablar de este tema, es importante que se abran al menos a la idea de que no se están solicitando para los animales derechos iguales a los de las personas, sino otros derechos, como sería el derecho elemental a no padecer dolor y a ser respetados como seres vivos.
Es increíble que haya personas que se nieguen terminantemente a otorgar derechos a los animales. Cabe señalar para la reflexión que han habido actitudes similares en diferentes épocas cada vez que se ha propuesto alguna extensión del derecho. Así sucedió cuando se solicitaron derechos para las personas de raza negra o cuando se solicitaron derechos para las mujeres. Desde que se proclamara la Declaración Universal por los Derechos del Animal hemos recorrido un largo camino solicitando derechos mínimos para ellos, entre los cuales se encuentra el derecho de las especies domésticas a no ser abandonadas a su suerte, el derecho de los équidos utilizados en tareas de carga a no estar obligados a soportar pesos superiores a sus fuerzas, el derechos de los animales silvestres a no ser removidos de sus áreas naturales, el derecho de los animales bravíos o simplemente silvestres a no ser obligados a realizar actuaciones que los aparten de sus patrones de conducta o el derecho de distintas especies animales a no soportar experimentos. Sin duda, no es fácil para el ser humano manejar estos temas de reconocimiento de nuevos derechos, ya que desde que pudo hacerlo, el hombre esclavizó a los animales y hoy en día ellos son los últimos esclavos que le quedan..
Si bien algunas personas encontrarán paradójico que en una época de violencia tan extendida entre seres humanos, estemos dedicando tiempo y esfuerzos a proteger a los animales. Es necesario que se entienda que vivimos en un mundo donde no somos los únicos del reino animal, convivimos con los animales no humanos y debiéramos respetarlos como seres vivos, fundamentalmente porque hemos dejado muy atrás a Descartes y sus funestas afirmaciones relativas a que los animales eran como máquinas, y que por lo tanto no sufrían el dolor, afirmaciones que abrieron la puerta grande a los experimentos con animales vivos.
Quienes pedimos por derechos para los animales, ya no estamos tan solos y tanto la legislación interna de un país como las declaraciones globales o los tratados internacionales en los que he tenido el gusto de trabajar, están receptando las inquietudes de un mundo que crece hacia una verdadera comprensión de nuestros hermanos de reino, alejándonos de quienes consideran a los animales como recursos naturales para reclamar una postura ética frente al padecimiento, protegiéndolos de algo en lo que asombrosamente se nos parecen , el dolor y la ansiedad.
Martha Gutiérrez
Presidenta de ADDA
29 de Abril 2011