En un país donde cada mañana se celebra un ritual en que miles de animales van a un sacrificio que no ahorra terror alguno en el Mercado de Liniers, convalidado por millones de argentinos que esperan ansiosos el churrasco que llega a su mesa; en que modelos exponen con frivolidad en la TV productos de belleza de empresas que aterran a animales vivos con sus experimentos; hay grupos amarillistas con un prurito que les impide ver la triste realidad cotidiana, en la que el ser humano ha hecho del animal un producto; grupos que no dejan trabajar a las entidades protectoras con una visión real y global de la problemática del proteccionismo, en la que guste o no, por la misma condición a la que el ser humano a llevado a los animales, es ineludible tener una postura respecto de la muerte. Es esta muerte la que estos grupos prefieren no ver para vivir en un mundo que ellos se inventaron y que poco beneficia la realidad de los animales.
Lo ridículo de la postura de estos grupos, es que a pesar de que día a día la sociedad ejecuta cruelmente miles de animales, y que hay temas como la eutanasia en humanos que son materia de polémica, ellos ya han resuelto este dilema en los animales. Coherente con su postura sería que declarasen a la Argentina, claro exportador de ganado, como país asesino, o llamasen descuartizador al carnicero de la esquina, o caníbales a los que comen a sus hermanos en un asado el domingo. Tampoco los inquietan los experimentos a los que la industria somete a miles de inocentes perros, gatos, conejos, ratas, etc. Esa parte de la realidad está adormecida en sus cerebros y todo parece andar bien ahí. La palabra muerte no se esboza en sus cabezas, pero reciben una descarga eléctrica cuando la ven en una ley que busca intervenir, regular y limitar esa muerte de animales. Ahí entonces se ha ido muy lejos, y el legislador directamente toma el lugar de ejecutor y asesino. Ellos hacen un llamado a la inmobilidad y a la superficialidad de una sociedad donde todo se juzga por un vanal
sentimentalismo y sensacionalismo.
Estos grupos, en una suerte de egoísmo utópico, no dejan que entidades inteligentes y realmente (no ingenua ni utópicamente comprometidas con el destino de miles de animales), trabajen en temas de seres que lidian día a día con la muerte, como el ganado, los animales de laborartorio, los depredadores, etc.
Parte del egoísmo de esta gente es considerar el mundo animal sólo integrado en primer lugar por perros, y luego por gatos. El horizonte de su pequeña isla no va más allá de ahí.
Muestra de la limitación de estos grupos es la oposición visceral que han ejercido ante la presencia de ADDA en el Pasteur allá a fines de los 70 y principios de los 80, donde su espíritu “impresionable” jamás habría podido lidiar con las muertes de decenas de miles de animales que el instituto mataba anualmente, cuando ADDA, se involucró en niveles de desición y consiguió cosas: Reducir esas muertes a sólo un 10% en dos años, quitar la cámara de gas del instituto y de las calles de Buenos Aires, y al menos desviar el destino de los que iban a morir, para que no fueran a experimentos para beneficio humano.
También estos grupos echan en cara con vehemencia cuando ADDA impulsó la revisión del proyecto de ley de protección al animal, en donde se tomaba una postura mucho más restringida acerca de la muerte de animales, modificadora de la existente que era tan abarcativa que permitía que el asesinato libre quedara impune. Estos grupos, encabezados por José Mario Mele, entonces presidente de MAPA, coherentes con su pruritos, preferían algo mucho más naif: su gran aporte era suprimir el artículo y no legislar nada acerca del tema. Detrás de esta paz de conciencia que parece ser su prioridad, está el vacío legal que dejaban, que permitía a cualquiera matar un animal sin ser penalizado. Ley de aplicación en un mundo que ellos mismos se crearon y en el que aparentemente se despiertan. Brillante trabajo de gente más comprometida con sus propios sentimientos que con los animales, quienes en realidad son retratos de sus propios temores. Sentimentaloides, inmaduros, proteccionistas de utilería, y virulentos impedidores de actores que intervienen seriamente en el mundo de los animales.
A estos agravios, como es su especialidad, ADDA responde con los hechos de su larga historia: Fue la entidad promotora de la estirilzación en la Argentina como medio de promover el control de población canina, para que los antirrábicos estén cada vez más vacíos a través de más 30 años de campañas en TV. Fue la introductora en Argentina de la esterilización temprana, para controlar aún más la natalidad. Confiscó animales para experimentación de la Facultad de Medicina en reiteradas oportunidades. Es pionera MUNDIAL en la eliminación de la vivisección en niveles segundarios y primarios de enseñanaza. Es la ÚNICA ENTIDAD que, siendo socia de la WSPA, por propio criterio se opuso a su Declaración Universal de Bienestar Animal, cuya ideología es proteger la muerte de animales con fines religiosos (sectas), culturales (corridas de toros y otras tradiciones) e industriales ( como por ejemplo, la experimentación con animales vivos), lo que le ha hecho ganar la categoría de “miembro incómodo e indeseable´´ dentro de esta sociedad, la cual, guste o no, es la entidad más destacada en el mundo del
proteccionismo de Argentina.. También se opuso a la postura eutanásica de WSPA en las recientes jornadas en Buenos Aires, y como es su especilidad, propuso un proyecto de educación para el control de población de animales, sin recurrir a la eutanasia. De qué “vocación asesina” están hablando??
La filosofía de ADDA fue siempre abordar los temas, ser realista y mantenerse cerca de los niveles de desición, donde muchos tiemblan y dan el salto a la vereda de enfrente, desde donde ejercen una mucho más tibia y cómoda labor de perturbación y difamación.
En definitiva, el lector sabrá juzgar por sí mismo quién es quién. Por mi parte, desde aquí alentaré a ADDA, a seguir trabajando por los animales con su energía y dedicación de siempre.
Un saludo cordial,
Alberto M. Conte,
seguidor cercano de la labor de ADDA